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Catorce historias sexuales resumidas


NÚMERO 72

Estado: monja.
Edad: 23 años.
Estatura: 1,65 m.
Peso: 60 kg.
Desarrollo somático: normal, con aparente correcta proporción escapular y pelviana.
Piel: blanca, con discreto vello en labio superior.
Pelo: según manifiesta, negro.
Ojos: oscuros.
Óvalo de rostro algo redondeado.
Inteligencia: buena.
Cultura: normal.
Grupo social: 3º.
Pícnica.
Primera regla a los 15 años, tipo 5 x 28 siempre con molestias, actualmente bastante intensas.

HISTORIA:

Huérfana de madre desde los 9 años, se ocupa de ella una tía suya, casada, sin hijos.
Educación muy religiosa, interna todos los cursos desde los 10 años; es alumna aplicada y muy dócil. Pasa los veranos en una casa de campo con su padre y sus tíos.
Nunca tuvo conversaciones con ninguna de sus compañeras sobre temas sexuales que desconocía totalmente.
Alentada por sus profesoras ingresa como novicia, en la orden donde ahora se halla, a los 16 años y el noviciato efectúa sin problemas por su espíritu obediente y carecer totalmente de deseos que combatir.
Teniendo 20 años comienza a experimentar raras sensaciones generalizadas y en ocasiones con manifiesta turgencia genital que le induce a frotarlos para encontrar alivio. No existe orgasmo sino, sencillamente, aumento de la humedad vaginal.
Una noche sueña que una persona, de sexo indeterminado, manipula intensamente sus genitales y se despierta con un espasmo placentero y un gran ruido que le asusta imaginando que haya entrado alguien en su celda.
Cuenta lo sucedido a su confesor que le indica que, de modo inequívoco, ha pretendido Satanás torcer su pureza y que en adelante debe permanecer alerta sobre ello, indicándole un aumento de sus rezos y mortificaciones.
Ello le induce a un estado de tensión psíquica con temor a una nueva tentación diabólica. Aun cuando en ocasiones vuelve a sentir turgencia genital intensa y molesta, evita todo alivio pero luego, cada vez con más frecuencia, vuelve a soñar, pero deduciendo que es persona del sexo masculino y con la característica de unos ojos extremadamente brillantes. Siente que le manosean el sexo pero no puede huir hasta que ha sentido el placer, despertando muy mojada genitalmente y con el cuerpo sudoroso.
Observa que esos sueños son más frecuentes en los días que anteceden a la menstruación que va siendo más dolorosa. Habittualmente estos sueños se reproducen de tres a cinco veces al mes.
Aprecia que, como intensifica sus mortificaciones, es mirada con curiosidad por otras monjas y con la sola advertencia de la superiora de que tenga voluntad pues todo sacrificio halla su recompensa.
Se le ocurre que si cuando siente la turgencia genital aliviara esta, posiblemente quitaría a Satanás la circunstancia de su actuación y comprueba que, efectivamente, procurándose alivio no tiene sueños, pero enterado de ello el confesor la reprende duramente diciendo que tal cosa, sobre ser un acto muy impuro moralmente, es físicamente contra natural y que debe abandonar tal práctica pecaminosa ya que el sueño, por ser involuntario, carece de pecado.
De nuevo lucha contra todo deseo de aliviarse por sí misma lo que aumenta la intensidad de los sueños que le producen un placer incompleto meclado con dolor y fuerte preocupación al despertar con cansancio.
Una vez contempla a un perro en un acto autoerótico y piensa si Satanás también tienta a los animales y su confesor no acierta a aclarar debidamente la cuestión.
Posteriormente ha vuelto a masturbarse con clara conciencia de lo que hace y pregunta si, físicamente, es ello normal o perjudicial y al informarle de que no es ninguna de ambas cosas no se preocupa por contenerse lo que hace que se masturbe 6 u 8 veces mensualmente.
Es una monja muy apreciada por todos los enfermos y heridos de guerra que por aquel tiempo hay en el hospital por su paciencia, interés y trato sencillo y moderadamente risueño.
Persisten sus molestias menstruales y, como se reprocha de poca vocación, no desesa renovar los votos temporales, que aún tiene, por los perpetuos y desea contraer en el futuro matrimonio y tener familia como Dios manda.


***


NÚMERO 1.203

Estado: casada.
Edad: 62 años.
Estatura: 1,67 m.
Peso: 53 kg.
Desarrollo somático: normal, con escaso panículo adiposo.
Mamas: atrofiadas.
Pelo: negro, con escasas canas.
Ojos: oscuros.
Dolicocéfala.
Rostro: algo alargado.
Piel: blanca.
Genitales externos: normales.
Inteligencia: buena.
Cultura: casi nula.
Menstruación desde los 13 años a los 50, siempre indolora.
Diabetes moderada.
Clase social: 4º.
Extrovertida.

HISTORIA:

Apenas asistió a la escuela y desde muy pequeña ayudaba a las faenas domésticas, y luego en el campo, pero siempre con buen ánimo.
Sobre los 8 años aprendió a masturbarse enseñada por una amiga de su edad y hasta ahora nunca ha interrumpido esa costumbre. Dice que la falta de goce sexual envejece.
Lo hacía con la que le enseñó y con otras dos amigas y se limitaban a caricias generalizadas, succión y besos mamarios y mutua masturbación.
Se casó a los 23 años, cohabitando con su novio, antes del matrimonio, durante más de un año, siempre con orgasmos intensos y, lo mismo que masturbándose, con tres o cuatro orgasmos consecutivos.
Ha tenido dos hijos y una hija sanos y robustos con embarazos y partos muy normales y mucha secreción láctea.
Nunca sus costumbres le han determinado la más pequeña preocupación y sólo de tarde en tarde ha tenido algún coito extraconyugal. Aunque después de casada no ha tenido relaciones lesbianas, siempre ha gustado de enseñar de palabra a muchachas jóvenes a masturbarse pues, en conciencia, cree que ello es una buena obra que repercute en su salud, bienestar y, luego, en su felicidad conyugal, pues dice que si la mujer tiene el sexo dormido no puede apreciar el encanto de la vida ni la felicidad amorosa y que un jardín debe estar bien regado para dar bonitas flores.
Es mujer muy trabajadora, ordenada y querida por sus vecinas de calle y pueblo por su carácter abierto y alegre y siempre dispuesta a prestar su ayuda.
Nunca ha comunicado nada de su vida privada a confesor alguno, pues dice que a ellos nada les importa y que como ella no le ha hecho nunca daño a nadie eso es lo que cuenta.



Del libro: "La sexualidad femenina"

Editorial: Júcar

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